Hoy
nos traslados un poquito mas cerca de aquí que en los anteriores post, hoy
vamos a Calahorra (como no) y quiero contaros una de las leyendas más
famosas de la ciudad, la de la Matrona.
Primero
os pongo en contexto:
En
el 74 a.C., Pompeyo y sus fuerzas se unieron a las restantes de
Metelo ante las puertas de Calagurris, y juntos comenzaron el asedio.
Calagurris era uno de los puntos estratégicos clave para Sertorio y
por suerte para los leales aliados, éste llegó rápido y rompió el
sitio, causando numerosas bajas a los ejércitos del senado y
haciéndoles retroceder.
(Sertorio)
A
pesar de esta victoria, el asedio trajo consecuencias graves para
Calagurris, ya que los ejércitos aliados arrasaron
sus fértiles campos y
alrededores. Tras este triunfo, las tornas empezaron a cambiar y
Sertorio fue poco a poco perdiendo terreno. En
el año 72 a.C, Quinto Sertorio fue asesinado,
tras ser víctima de una conspiración perpetrada por sus propios
colaboradores, encabezados por Marco Perpenna, cuando acudió a una
supuesta celebración organizada en su honor.
El
asesinato de Sertorio supuso que todas las ciudades bajo su
protección, acabaron sometidas a Pompeyo, exceptuando cuatro
reductos incluída Calagurris.
Primero
le llegó el turno a Uxama, que fue destruida sin miramientos por
Pompeyo y su ejército. Sin embargo, cuando le llegó el turno a
Calagurris, se encontraron con una gran negación a la rendición por
parte de los calagurritanos. Pompeyo delegó la dirección del asedio
a su legado, Afranio, quien continuó con el cerco con la esperanza
de que los habitantes de la ciudad acabasen rindiéndose a causa del
hambre y las penalidades de las batallas.
(Pompeyo)
A
pesar de todo,
Calagurris
siguió permaneciendo fiel a Sertorio. Quizá
no se habían enterado de su asesinato, o precisamente a causa de
esto y las consecuencias que sufrieron las otras ciudades aliadas por
parte de Pompeyo, Calagurris
aguantó más allá de los límites humanos.
Según
cuenta la leyenda, La Matrona fue la última mujer con vida en el
asentamiento. Con la ciudad bajo mínimos, su
misión consistía en acudir hogar por hogar a casa de todos los
caídos y encender los hogares, con el objetivo de minar la moral de
los asediadores,
incitándoles a creer que había muchos más defensores vivos de los
que ellos creían.
Los
defensores, para poder seguir en la lucha y defensa de su ciudad,
recurrieron al canibalismo, sacrificando a los más débiles para
alimentar a los que podían luchar. Se dice que hasta llegaron a
salar los cadáveres para poder conservarlos más tiempo y seguir
alimentándose de ellos.
Sin
embargo, el final era inevitable. Si algo tenían los romanos era
paciencia y recursos. Al final, tras un largo asedio que acabó con
casi la totalidad de la población, Calagurris sucumbió. Los romanos
pasaron a cuchillo o vendieron como esclavos a los pocos
supervivientes y destruyeron la ciudad, quemándola posteriormente.
Varios historiadores posteriores relataron parte de la historia.
“La
macabra obstinación de los numantinos fue superada en un caso
semejante por la execrable impiedad de los habitantes de Calagurris.
Los cuales, para ser por más tiempo fieles a las cenizas del
fallecido Sertorio, frustrando el asedio de Cneo Pompeyo, en vista de
que no quedaba ya ningún animal en la ciudad, convirtieron en
nefanda comida a sus mujeres e hijos; y para que su juventud en armas
pudiese alimentarse por más tiempo de sus propias vísceras, no
dudaron en poner en sal los infelices restos de los cadáveres“
Valerio
Máximo
“…Después
de haber consumido toda clase de hierbas y la totalidad de animales,
cuando obligaba la locura del estómago vacío, cuando los propios
enemigos se apiadaban de su palidez, de su estado demacrado y de sus
miembros chupados, desgarraban de hambre los miembros de otros,
dispuestos a comerse también los suyos propios. ¿Qué mortal o
quién entre los dioses rehusaría conceder el perdón a unas
ciudades que han sufrido cosas abominables?”
Juvenal
Como
podemos ver, en la mano derecha lleva un puñal, que simboliza las
bajas que hubo en aquella época y en la mano izquierda lleva un
brazo humano, símbolo del hambre que pasaron en aquella época.