Hoy
os voy a hablar del Sumo, el deporte nacional y exclusivo de Japón
desde épocas inmemoriales. La cultura nipona mantiene intactas gran
parte de sus tradiciones, encantando a seguidores no tan sólo en
Japón, sino que también del resto del mundo. Tanto ha sido la
admiración de los japoneses por esta actividad, que en la antigüedad
solía ser uno de los espectáculos preferidos de los emperadores
nipones.
Este
deporte consiste en un combate entre dos luchadores (rikishis)
en una plataforma llamada dohyo
que
tiene el suelo de arena. El ganador de la pelea es quien logre que su
rival toque con alguna parte de su cuerpo el exterior del ring,
utilizando para esto posturas claves, su fuerza y concentración.
Casa
uno de estos enfrentamientos son celebrados en estadios y con gran
afluencia de público, quienes puedes escoger entradas generales o
VIP, como en España cuando vamos a ver el fútbol. Las entradas VIP
dan derecho a un palco privado de no más de cuatro asientos donde se
puede cenar y compartir con los amigos mientras se disfruta del Sumo.
Los
rikishi
se
caracterizan por tener un gran peso y luchar casi desnudos, cubiertos
solamente por un tapa rabos o mawashi.
El
color de esta indumentaria hace una diferencia de categorías, por
ejemplo los de mayor rango visten los blancos, mientras que los más
jóvenes los negros.
Como
dato curioso, los mawashi no
suelen lavarse, ya que se dice que es de mala suerte, por lo que tras
cada entrenamiento sólo se pone al sol para que se ventile y seque.
No
hay que confundirse con el volumen de estos deportistas, ya que
mantienen una estricta preparación que los mantiene atléticos todo
el tiempo y entrenan a diario para ser los mejores y participar en
los torneos nacionales.
En
Japón existen Centros de Alto Rendimiento exclusivos para quienes
practican este deporte, en esas instalaciones los luchadores viven
como una gran familia con el mentor y realizan una estricta rutina
que comienza a las 06.00 de la mañana con un entrenamiento en la
arena, siempre semi-desnudos tanto en invierno como en verano.
Al
finalizar cada entrenamiento que dura unas cuatro horas, los rikishi
ordenan
el dohyo,
barriendo sutilmente la arena y colocando un montoncito de arena con
una bandera en el centro para su purificación. Después, se dirigen
a la peluquería donde un experto se encarga de arreglar sus peinados
y dejar amarrados sus cabellos con un aceite especial y lazos.
Alrededor
del medio día van a almorzar y lo hacen a lo grande, consumiendo
guisados de verduras y carnes con al menos 5 tazones de arroz, algo
que termina siendo parte del proceso de formación, posterior a esto,
se disponen a tener una siesta de unas cuatro horas para después
cenar, ver la televisión y prepararse para otro día de esta rutina.
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