Volvemos
a Japón, dónde uno de los rituales más importantes es la ceremonia
del té.
La
ceremonia del té, también conocida como el “camino del té”, es
la preparación y el ofrecimiento ritualizados de té verde en polvo
en presencia de invitados.
Una ceremonia del té formal y completa
incluye una comida (chakaiseki) y dos clases de té (koicha y
usucha), y dura aproximadamente cuatro horas, durante las cuales, el
anfitrión dedica todo su ser a crear un ambiente en el que sus
invitados disfruten estética, intelectual y físicamente, rodeados
al mismo tiempo de una gran serenidad.
Con el fin de lograr esto, el
anfitrión puede pasar décadas para llegar a dominar no sólo los
procedimientos acompasados necesarios para servir el té a sus
invitados, sino también aprendiendo a apreciar el arte, la
artesanía, la poesía y la caligrafía.
Aunque
todos los esfuerzos del anfitrión van dirigidos hacia el disfrute de
los participantes, esto no quiere decir que el “camino del té”
sea un pasatiempo complaciente para los invitados. La ceremonia sirve
también para dar una lección de humildad a los participantes al
concentrar la atención en la profunda belleza de los aspectos más
sencillos de la naturaleza,como la luz, el sonido del agua... y en la
fuerza creadora del universo que se manifiesta a través del esfuerzo
humano como, por ejemplo, en la creación de objetos hermosos.
El maestro, si es hombre, viste un kimono color liso poco llamativo o negro y calcetines blancos; y si es mujer, un kimono tradicional blanco o en color claro y calcetines blancos.
Llevan consigo sus utensilios, que suelen ser valiosos objetos artesanales.
Los
utensilios
para
hacer la ceremonia del té japonesa han de ser: una tetera, cuenco
(cha-wan), un cucharón de bambú (cha-sen) y unas tazas.
En
la sala de ceremonias hay un pequeño altar (tokonoma), donde colocan
una imagen o caligrafía con la frase a partir de la cual se va a
meditar ese día. Allí los invitados, no más de cinco y con abanico
y servilletas, intercambian impresiones y degustan dulces japoneses.
Posteriormente vuelven al jardín y descansan en un banco hasta que son llamados por el maestro con un gong que suena unas 6 veces.
Al volver los invitados a la sala, la caligrafía ya no está y en su lugar habrá un motivo ikebana (arte floral japonés). El ayudante del maestro retira las persianas y se deja pasar la luz.
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